viernes, 17 de julio de 2015

"Llamamiento a la cordura"

Como citó en más de una ocasión  uno de los mejores escritores de la literatura española: "Se habla de una guerra de ideas, pero en esta guerra no hay ninguna idea a debatir".  La ingenuidad humana ha sobrepasado los límites del esperpento, de la ignorancia y de la pasividad. Así es, el pueblo se ha convertido en un  mero sujeto paciente incapaz de intervenir para solventar la problemática mundial.
Primeramente, estamos siendo testigos de como nuestro tan apreciado Estado Social Democrático de Derecho se encuentra en vías de extinción. Es decir, las ideologías socialistas europeas  están siendo encadenadas a las paredes de un capitalismo radical. La gran mayoría de países que pertenecen a la Unión Europea (UE) se encuentran lideradas por políticas derechistas, cuando hace quince años la socialdemocracia primaba por encima de cualquier otra concepción política , y si me apuráis incluso social. Desconozco el motivo pero el Todopoderoso Capitalismo está creando su propio imperio. El imperio de lo superficial, de lo económico, de la no humanidad. 
La cuna que meció a dicho movimiento no fue otra que la denominada Revolución Industrial. Bien es cierto que Adam Smith (considerado padre del capitalismo)  ya había introducido algunas ideas de este concepto en su libro " La riqueza de las naciones"(1776), no obstante, el desarrollo de la industria durante la época victoriana de Inglaterra fue el verdadero factor que condicionó su consolidación. Muchos consideran que fenómenos como la especialización, la producción en cadena o incluso la especulación provocaron únicamente aspectos positivos para la sociedad, por supuesto europea, pero no es así. Esta concepción "mecanizada" se basa en la idea de la irracionalidad. Es decir, los seres humanos no pensamos, sino que actuamos. El resto de nuestra vida iba a consistir en realizar una determinada función monótona dentro de las fábricas. Nada más ni nada menos.
Sin embargo, la sociedad pareció olvidar que el ser humano siente, ama y padece. Es decir, no somos unos sumisos intelectuales como se nos ha considerado y se nos ha hecho creer  a lo largo de  nuestra historia, no, poseemos nuestra mayor virtud, la razón. Ese elemento que "necesitaban los fascistas para convencer" en palabras del propio Unamuno. La ilustración pretendió iluminarnos, pero nosotros ya estábamos ciegos.
Muchos autores como Dickens, han escrito acerca de esta visualización moral y humana del mundo. Tanto sus ojos como los míos han sido capaces de percibir el asesinato de la creatividad. El hombre no puede razonar ni juzgar, el hombre tiene que cumplir órdenes y no hay más. Éste es uno de los homicidios más graves para el ser humano. La obstrucción de nuestro pensamiento, de nuestra ideología. Tanto es así que el propio Dickens manifiesta  a los aprendices de su libro titulado "Tiempos difíciles" como "tarros vacíos", seres sin voz ni voto.
Tardamos bastantes años en esperar a que la semillita de la ilustración brotase. La democracia dio sus frutos y nos condujo a la aprobación del sufragio universal, a la libertad de pensamiento , a la especialización optativa. Pero ahora el"tío vivo" parece girar marcha atrás. La sociedad está "acangrejada".
La socialdemocracia es la única herramienta de la que disponemos para prolongar la bondad y la racionalidad frente al imperio de lo material. Nos podrán arrebatar la biblia de la democracia e incluso podrán limitar nuestros bienes materiales, pero no podrán evadir el hecho de que la palabra humanidad cobre sentido.

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